Estamos inmersos en un mundo que no para, que no deja de girar aunque necesites tu tiempo, que te deja el tiempo de por las noches para con los ojos cerrados busques respuestas.
El movimiento así exige el cambio, distintos o distantes.
Criticamos los fallos de los demas y vemos los circulos abiertos de la gente a nuestro alrededor sin a penas fijarnos en los nuestros propios, en esas heridas que, como todo, se pueden curar.
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